jueves, 22 de febrero de 2018

¿Y qué si te encuentro en Facebook?




He vuelto a ver tus cartas, leí un par y me sentí enamorada como en ese entonces… No tuve el valor de leer más, aunque las palabras rondan en mis recuerdos, no quise seguirme haciendo daño… Vi la única copia a color de una foto donde estamos con amigas… me tembló el alma, me rondaron mil dudas de las preguntas eternas ¿aún pensará en mí? ¿Me recordará? O ¿habrá sido real su amor? Es curioso cómo las formulo en mi mente mientras leo “el amor es un símbolo de eternidad”, pues esas preguntas son así en el lenguaje que hablo y escribo, pero en la mente es muy raro, no son palabras, son algo así como conceptos a los que me he habituado, en tantos años a divagarlos, no son palabras, son hechos sin respuesta, ante una gran ausencia y silencio que tengo miedo que sea sepulcral; así como veo las copias de esas cartas, solo fotocopias de mala calidad y cuatro fotos, que me he quedado como “prestadas” de aquella persona por la que nos conocimos… He pensado en escanear todo, pues ya son décadas las que han pasado y se va la juventud, así como la tinta de estos recuerdos y como son lo único que tengo de ti, prefiero digitalizarlos y subirlos a la nube… y pienso… ¿cuánto tiempo durarán ahí, si solo a mí me quitan los suspiros? Entonces vuelvo a las redes sociales, a San Google a buscarte, no hay nada tuyo, solo un par de noticias de tu padre que no puedo confirmar, porque faltan datos y la única foto de él es muy mala para identificarlo, pues sabes que soy pésima fisonomista. Y de ti… nada, como si no hubieras existido y es cuando me enfado y golpeo el escritorio diciendo “¡¿No que todo está en internet?!”. Solo Búho legal tiene un dato que ha sido el más cercano, pero que puede tratase solo de un homónimo tuyo, pues no hay más, no hay fechas, no sé cuántos años tiene esa persona y no sé si eres tú. Entonces sigo buscando de vez en vez en Facebook y no hay nada. Hace unos 4 años esa persona que nos presentó me llamó y me contó que Facebook le decía en su celular “Personas que quizás conozcas” y aparecía tu nombre pero sin foto… La ilusión quiere salir despavorida en ese momento como un jet despegando, pero de inmediato la freno y no la dejo fluir, sin embargo, le comento que puede ser que hayas buscado su nombre y lo hayas encontrado, o simplemente por los estudios y alguna amistad en común, el algoritmo haya marcado esa posibilidad... (suspiro) sería extremadamente difícil que fuera otra persona, que fuera un homónimo, sin embargo solo en eso quedó, como el famoso “y si….”. Solo ella dice que te vio hace unos años en Gigante, justo antes de que cambiara su nombre a Soriana, que hasta se regresó para cerciorarse de que fueras tú, más no se atrevió a hablarte y disimuló, hasta dice que lo más seguro es que no la viste. Y muchos más años atrás, otra persona dijo que te había visto en Coyoacán, pero es difícil creerle, lo que es verdad es esa ley extraña de Murphy donde, en una ciudad tan grande te encuentras con quien ni te imaginas, pero nunca te ves con quien más quieres verte… pero luego pienso ¿y qué haría yo? tener el mismo temor y miedo ¿y no hablarte?  Y dejemos al lado el que me hagas caso o que me mandes por un tubo, es ese miedo que se sembró por todo lo malo que sucedió en nuestra separación, tan malo que hoy me trunca los sueños hasta de viajar.
Volví a ver tus cartas y tus fotos con polvo porque le pedí a un amigo que el día que yo no esté, te busque, por lo que necesita no solo tu nombre, si no tu imagen y quiero al menos eso, ese consuelo de que alguien te encontrará y te dirá que, al menos uno de mis respiros cotidianos es un suspiro para ti, porque no te olvidé y siempre te amé. Ojalá y falte muchísimo para eso, pero la vida es una y es terminal, verdad irrefutable en la que no estás tú. Y me faltarán tantas cosas que decirte, tantos sueños que me inventé a tu lado, tantas cosas que expresarte sin hablar y sin escribir, porque los truncaron injustamente por la ignorancia y la prepotencia, por lo que mi alma y mi corazón, están permanentemente rotos, mi libertad coartada y mi ser incompleto. No te digo que vivo en eterna soledad y depresión, no, sería mentira, porque me conoces y conoces lo sociable que soy, que sin gente no puedo estar en paz, sin querer arreglar sus vidas o invitarlos a que me ayuden a reparar la mía. He sido medianamente feliz al día de hoy, no me quejo, aunque si ese pasado no hubiera roto cosas, tal vez hubiera podido crecer más, pues era muy probable, sin embargo, no se puede regresar el tiempo, tan solo seguir adelante, el lapso que la vida tenga marcado para cada quién.
Y quisiera recordar esa fecha, ese día y esa hora en que te dije que iría  cada mes, al parque del Adán en la Plaza Río de Janeiro, pero el sufrimiento de aquellos días me bloqueó la memoria y como tú, “no lo sé, no lo recuerdo”. Entonces cada vez que salgo imagino que llegará un mesero o un niño con un  papelito, como aquella vez en el boliche y sé que tal vez me quedaré en shock por las emociones encontradas, por el no poder, por el temer. Y sigo siendo distraída, no observo a la gente, por lo que si alguna vez estuviste ahí, no te vi, si alguna vez nos cruzamos, no te miré, a pesar de que a veces siento como si tú me sintieras, pero al final agacho la mirada y solo me digo que son ilusiones rotas mías. Y en la playa o en la ciudad, cuando me quedo sola, veo el horizonte y me pregunto dónde estarás.
¿Y qué si te encuentro en Facebook? Nada, esa es la verdad, pues no quiero ver con quién estás, quién goza de tu presencia y de tu amor, quién en ese lugar, deja tanto espacio que llenar, porque lo sé y lo comprobaste, fui capaz de todo por ti, pude hasta haber dado la vida y estuve a nada de que me la quitaran por ti. Por eso sé que aunque pase horas, algunas veces al año buscándote, mirando fotos sin que seas tú, no haría nada, por miedo, por integridad. Porque la única opción sería que tú te presentaras con bandera blanca, con un < ¡perdóname! Nadie más te hará daño >, sin embargo, es un sueño de película esa acción y a pesar de que sueño con que me escribas en messenger, tampoco creo que sucederá, porque solo mi amor es el que fue real, quizás, tal vez…
Ya me queda poca juventud y no sé qué daría por volverte a amar, pero no, no es eso, es que yo, yo no te he dejado de amar… yo… juré amarte siempre y heme aquí amándote y creo que lo haré hasta el final de mis días, porque en efecto, el amor es un símbolo de eternidad.