jueves, 18 de abril de 2013

Cuando los amigos se pierden en el tiempo.


A veces, me pregunto por qué me quieres... me pregunto qué hubo en esa distancia y en esa sección de tiempo que eran años de ausencia y de silencio... tu pubertad pasó, te enamoraste, lloraste, brillaste, te caíste, te levantaste, viajaste, te encerraste, fracasaste, conquistaste y,  todo mientras mi ausencia y el silencio prevalecían…

La vida nos separó… ¿fue la vida? ¿o nosotras quienes lo permitimos? La vida guardó dentro de esa ausencia solo un pedazo de tiza tallado como un recuerdo, como la sustitución de la persona misma, de su esencia, de sus valores y llenó el hueco… ¿acaso lo llenó? o ¿hubo momentos en que debí haber estado ahí, en que te necesité a mi lado para contarte de mis desatinos o de mi corazón roto, es más, del rechazo o de la intolerancia o del miedo a la naturaleza misma y sus desastres y a la muerte misma o al no ser recordado por nadie?

A veces las charlas evocaban aquella época, ¿a quienes has visto? Y los nombres o las caras van ocurriendo mientras te imaginas un montonal de cosas que pudieron haber sucedido, más siempre recaes en esas personas que significaron algo aún en su plena juventud, aún en medio de la construcción de la base que será su personalidad, aún en medio de toda la falta de experiencia e inmadurez que a la época correspondía, aun así, confiabas y te encariñabas de la gente, firmaste su camisa o blusa, comentaste un anuario o un chismógrafo, saliste en alguna foto a su lado o pasando por detrás, por casualidad… ¿y qué ha sido de aquella? ¿y qué ha sido de aquel? Y la información se vuelve poca y vana y te quedas con las ganas de saber qué hubiera sucedido si la persistencia hubiera salido a flote en el día a día sin desaparecer… y las ganas de haber vivido a esa persona frustradas te emanan alguna lágrima que rodará por tu rostro o ahogarás en tu garganta para seguir preguntando a quien tal vez aún haya visto a tal o a cual. Y en la madurez de tus años te preguntarás, -y si hubiéramos seguido en contacto.- Más “el hubiera” es solo un recordatorio de aquello que te molestará no haber hecho por el resto de tus días.

De niños y jóvenes somos más resilientes y salimos del abandono bien que mal y tendemos a olvidarlo para protegernos. Aún recuerdo que esa época me marcó, porque una de mis mejores amigas se fue de intercambio a Suiza y fue ahí donde perdí su amistad, justo en ese momento de su viaje y aunque el destino nos proporcionó una vía de encuentro, su indiferencia ha marcado la pauta para no insistir… Desde entonces odio las fronteras y las distancias y únicamente no las odiaría si todos pudiéramos viajar sin problemas económicos ni de ninguna índole cuando quisiéramos visitar a nuestros seres queridos, más los mundos ideales solo existen en nuestras cabezas y tenemos que soportar la dura realidad, realidad que a lo largo del camino me quitó a gente llevándosela a otros estados o países, aunando este grupo a aquel que por algún motivo estúpido se perdió en el tiempo, el cambio de escuela, de horario, de forma de vivir: separa gente.

A veces te pierdes tú mismo y te escondes por miedo al qué dirán, por miedo a ser menos exitoso, por miedo a no ser aceptado. A veces de lejos te encuentras a alguien y si no te vio aceleras el paso para perderte entre la gente. A veces alguien llega y te abraza con tanto gusto como el tiempo sin verte y entonces todo está bien, quedan en verse, en un café y esto nunca sucede. A veces no sabes ni qué hacer con esas ausencias, lo que sucede la mayoría de las veces. A veces piensas en las ganas de buscar y contactar pero el miedo a que la gente no tenga las mismas ganas desvanecen las tuyas.

 ¿Por qué me quieres aún, a pesar de todo? será por mi esencia y tu esencia que aún te quiero y me quieres, porque justo en esa edad marcamos los valores que iríamos puliendo a través de nuestros días. ¿Por qué no te reprocho ni me reprochas la ausencia de tantos años? Yo no lo sé, tan solo sé que el gusto de que me volvieras a encontrar es algo genial y opaca todo ese tiempo en silencio, el gusto de saber que ese pedazo de tiza hizo una historia en tus hijas me hace saber que seré recordada y el hecho de que hoy exista una gran red social que se puede utilizar para lo bueno me hace valorarte por todos esos años sin ti, sin tus palabras, sin tu presencia, sin que vivieras o viviera tus o mis vivencias, sin haber nutrido esa amistad que hoy retoma un cauce y que con tus palabras o las mías se intentan llenar huecos de ausencia en el alma por tu presencia o mi presencia.

¿Por qué me quieres? No lo sé, solo lo alcanzo a imaginar, tal vez por la misma razón por la que te quiero yo, tal vez no, pero es fenomenal, eso sí, y te lo agradezco, desde el alma, desde el corazón, y le agradezco al destino aquella coincidencia feliz que nos reunió otra vez para estar yo para ti y tú para mí querida amiga.

Ay gente, si pudiéramos valorar desde un principio a la misma gente, si supiéramos que las distancias al final de los años separan gente, si dijéramos esas frases que nos callamos, si apuntáramos un teléfono y llamáramos con constancia estaríamos más unidos. Y como dice aquel texto que he leído por lo que he escrito todo esto “ten cerca a tus hermanas, a tus hermanos, a tus amigos que son la familia que tú eliges, porque solo eso te quedará en tus tiempos otoñales”. Hereden amor a sus hijos y no solo por sus familiares consanguíneos, sino por aquella familia que vamos obteniendo o perdiendo en nuestras vidas para que no existan tantas pérdidas, más bien una red de hermandad que nos una a los seres humanos de buenos valores, porque al final, de eso trata la vida y es lo único que te llevas en el alma.

Texto dedicado a DRB y, en mención de aquellas personas que quisimos y que perdimos en el tiempo.

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