19/02/2025

¡Qué triste es mi historia! Cap 4.

 Lo que no debes de decirle a quien le rompieron el corazón.



 ¿Tienes un familiar o ser querido a quien le rompieron el corazón y se quedó amando a esa persona? ¿qué debes de decirle o no cuando está en esta dura etapa?

 

Psicólogos, tanatólogos, terapeutas, expertos y, las personas que se encuentran en esa álgida etapa coinciden en muchas de las frases que no debes decirle a tu ser querido para no herirlo más, recuerda, si no ayuda, mejor solo escucha. Primero que nada, debes de pensar en la forma de ser de esa persona y conocerla para saber qué tan sensible es y cómo le gusta que le traten y así saber qué decirle o mejor optar por solo escuchar y estar ahí para esa persona. La mejor ayuda es no dejar de estar, aunque te hartes, porque el proceso puede ser de días, hasta meses y, si es tu ser querido, es cuando le vas a demostrar que estás ahí para esa persona, así te cuente lo mismo más de 500 veces.

Las frases de a continuación son una guía, no obstante, recuerda que cada cabeza es un mundo y el otro, es OTRA persona, no eres tú y por ello puede ser que lo que para ti funcione, para esa persona no, sobre todo si fue la persona a la que dejaron y se quedó amando a la que se marchó.

               

1.  ¡Échale ganas!                        Esta frase encabeza la lista porque es la peor que puedes decirle, ponte a pensar ¿tú crees que tiene ganas de “echarle ganas”, regularmente es un NO rotundo, sobre todo cuando las cosas están muy frescas, así que en vez de eso trata simplemente de escuchar y decirle que estás ahí para esa persona.

2. “No va a regresar”                  ¿Es en serio? ¿Quieres ayudarle o echarle más sal a la herida? Si bien no sabemos qué depara el futuro, no le hieras más con esa frase, aunque sepas que no va a regresar, no se lo digas. No porque te portes duro con esa persona, va a salir más del bache y por el contrario te tomará resentimiento porque le estás hiriendo. Así que bórrate esa frase de la cabeza y no te metas en camisa de once varas porque vas a dañar tu relación con esa persona. Lo que menos quiere escuchar es lo que más teme. Si bien no le vas a crear ilusiones, mejor abrázale para que se desahogue llorando.

3. “Ya déjale ir” “Ya suéltale”   No puedo más que reír de ironía cuando la gente dice esta frase evocando el famoso “desapego”. A ver, es ilógico que le digas que le deje ir ¡si ya se fue! ¡ya no hay nada que detener! ¡no hay grilletes ni pistolas que estén obligando a la persona que se fue, a quedarse! Por lo tanto ¡no se la digas! es irónico e ilógico. Sí, a lo que se llega a referir la gente, es a que la persona debe de soltar a la otra y la dura verdad es que nunca la va a soltar, siempre va a estar el trauma del abandono, siempre va a estar ese recuerdo de que se fue. Las personas no sueltan, verdaderamente no sueltan, lo que hacen es dejar de pensar en lo sucedido y pareciera que pensando cada vez menos en lo que ocurrió van soltando, pero la verdad es que, si esa persona les abandonó, eso quiere decir que quien soltó la mano de tu ser querido fue quien se marchó, por ende ya no hay nada que soltar y por esto es que no funciona esa frase. Cuando fallece alguien, no lo olvidamos y puede ser que cada día le lloremos menos, pero habrá personas y/o situaciones en las que después de 20 años alguien, al contar que falleció, se suelte a llorar casi como si fuera el día de su funeral, porque algo o alguien detonó el recuerdo. Así que la realidad es que no soltamos o dejamos ir, lo que realmente sucede es que tratamos de no pensar en ello porque siempre va a doler, pero lo que hacemos es anestesiarlo con el no pensar en ello, en los recuerdos y en la persona y, aunque muchos dicen que no les duele igual y es verdad, a quienes dicen que “ya no les duele” han logrado ya no pensar en ello, pero ahí adentro está ese recuerdo y ese sentimiento, comprobado por la ciencia, simplemente nos protegemos al tratar de “olvidar” que más bien es “no pensar en ello”.

4. “Olvídale”                                   No son enchiladas, como decimos en mi pueblo. Esto es primo hermano del “ya suéltale”. La realidad es que cuando se trata de sentimientos, de tristeza, es muy difícil de controlarlos porque son reales, es igual que el amor, a una persona verdaderamente enamorada, no hay forma en que se le pueda hacer que no piense en su amante. Como son sentimientos reales y como dependen de cada persona, no se pueden ocultar, no se pueden evitar, por eso lloras hasta con la que te vende las tortillas porque recuerdas que iban junt@s a comprarlas, es muy difícil evitar esas lágrimas, por eso optamos por escondernos, encerrarnos, evitar reuniones, para llorar a solas, para golpear las paredes, gritar con la almohada en la cara y desear no volver a respirar jamás y que con ese último aliento se vaya el dolor. Por lo anterior, no le digas que le olvide, al final de cuentas y al pasar el tiempo, la persona podrá jamás olvidarle o lograr no pensarle tanto, recuerda que es quien se quedó amando al otro y por ello es más difícil. La persona que se va, regularmente es porque tiene juguetito nuevo y todas sus emociones están en otro lado y su falta de hormonas del amor no la tiene, porque alguien más se las da. Pero la persona abandonada tiene toda la abstinencia de la que ya hablamos en el capítulo anterior y por ende, tiene toda la tristeza a cuestas.

5. “Ya párate” “Ya haz algo” y “Deja de llorar”                 Son frases que no ayudan en nada, sobre todo la última. Hemos visto series, películas, en donde las personas se encierran a ver películas, a tragar helado como desesperados o por el contrario a no comer nada y dejarse morir. Algunas pocas personas lograrán ya no estar, pero para quienes se tienen que quedar por su familia o amigos o por lo que sea, tendrán que salir en algún momento. Si quieres que esa persona no pierda el trabajo o se quede en la ruina, solo tienes que alentarle con amor a salir, insistirle con calma y ternura, pero no con las frases anteriores ni ninguna similar. Es bien difícil entrar a la cabeza de una persona herida, triste y que solo quiere que le regresen su vida anterior. No encuentra nada de motivación, ni en los amigos, familiares ni cosas qué hacer y eso no quiere decir que no tengan un valor, cada persona tiene un valor para esa persona, pero en este transe no lo piensa, no lo disfruta, no lo ríe, solo quiere llorar y el que le digas que no llore es cerrarle las puertas al desahogo. En llamadas o en persona solo se le puede recordar con minucioso cuidado que tiene un trabajo, hablarle muy suave para insistir en que debe ir a trabajar. Es mejor decirle: “me queda claro que no quieres ni tienes ganas ni fuerzas para salir de tu cama, pero es algo que debe ocurrir, hazlo aún sin ganas porque es algo que se debe atender, trata de ir aún sin ganas, trata de salir, yo te acompaño en el teléfono o en persona, me has demostrado que es difícil y que es duro, pero simplemente hay qué hacerlo, vamos, te acompaño”, sin imponer órdenes ni regaños, solo insistir, insistir e insistir. Porque al final de cuantas la mayoría se para y va en “automático” a cumplir con sus obligaciones, pero desde la empatía en la que comprendemos que no quiere salir ni a la sala y en que está triste, debemos acompañarle y no soltarle, porque si se queda sol@, es peligroso para su salud y vida. Si bien hay que dar espacios, también hay que estar al pendiente.

6. “Lo que no era para ti…”        Nuevamente es echarle limón a la herida, estas frases lejos de dar consuelo hacen que la persona quiera llorar más y más ante la dura realidad, por ende, no se la digas, sobre todo porque tal vez si era para esa persona, pero la verdad es que ya no lo sabemos porque no está y porque no se sabe que pueda suceder igual y jamás regresa, pero ¿y si sí?.

7. “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”                     Muchos te dirán esta frase en la que te explican que si te pican con una aguja te va a doler y eso es inevitable, pero que el sufrir por el piquete más de una semana es opcional. (Suspiro) Ay, la verdad es que en las cuestiones emocionales, no puedes controlar nada. Nuestra persona en cuestión lleva 54 días llorando y no ha podido tomar la opción de no hacerlo, de no sufrir. No puede pararse y decir “hoy no voy a sufrir”, es algo tremendamente difícil, porque el sentir es inevitable. Y regresamos a la verdad que es tratar de no pensar, ocuparse y no pensar y ocuparse y así… Habrá personas que te digan que sí lo lograron, que es opcional, pero la realidad es que cada quién es diferente y hay personas a las que se les “resbalan” las cosas mucho más fácil y más rápido que a otras, pero cuando es mucho el amor y muchos los años que se sostuvo una relación es más difícil aún.

8. “El tiempo lo cura todo”        Podemos regresar a la historia anterior de esta persona en cuestión, hace 15 años también le rompieron el corazón y el tiempo no lo curó, simplemente se deja de pensar en ello y se crea una cicatriz, pero ahí está la herida debajo de esa cicatriz. Lo más duro es cuando es más tiempo y más amor, entonces no es que el tiempo lo cure todo, es que mientras avanza el tiempo las personas van realizando diversas actividades para dejar de pensar, pero hay relaciones que nunca, que jamás tendrán una cura. Piensa en algo del pasado que aún te duela ¿verdad que existe? cuando te pones a recordar es cuando sale esa herida, aunque ya la hayas superado, por lo tanto, no, el tiempo no lo cura todo.

 

 

Podríamos escribir muchas más frases, pero espero que con esto te quede claro que, lo que tienes qué hacer para ayudar a tu ser querido, es más bien escucharlo y estar ahí para esa persona, aunque sea por teléfono. Es mejor escuchar que decirle frases que solo le van a lastimar. Tan solo piensa en frases parecidas a las que listamos y esas son las que no deberás decir. Recuerda observar a la persona, cuidarla, porque no sabes cuando ese dolor puede ser peligroso.


05/02/2025

Qué triste es mi historia Cap. 3

 ¿Qué se vive cuando alguien nos ha abandonado?

 

Como ya hemos mencionado, la mayoría de gente no expresa lo que realmente está experimentando, se esconde y trata de no hablar del tema, por miedo al qué dirán o porque así nos han enseñado. Pero… ¿qué sucede en el día a día?. El presente texto es para concientizar a la gente, para que busquen terapia, para que no hagan promesas que no cumplirán, para que no se conviertan en los malos de la película, al hacer uno de los más fuertes daños que puede existir en esta vida tan extraña y dura. Así que, con el corazón en la mano, con la neurona espejo activada, pongámonos en el papel de nuestra persona en cuestión:

 

Suena el teléfono, una llamada, una notificación que te despierta, o simplemente te vas despertando. Si bien te va, no le has soñado y has soñado cosas raras, en mi caso, casi siempre. No sueño a colores, rara es la vez que veo luz, son más que nada siluetas en algo parecido a una noche casi sin luz. Si es el teléfono el de la culpa, me pone de malas, lo silencio, a menos que sea imperante el contestar. Pero es muy difícil abrir los ojos, están pegados por las legañas debido al llanto, mientras voy quitándomelas con cuidado con los dedos, el sistema “bootea”, como en las computadoras que se van cargando los programas y el sistema va despertando, así las personas, en unos minutos vas recordando en dónde estás, cuándo estás y en qué momento de tu vida. El pecho que estaba dormido se va vaciando nuevamente para albergar ese dolor que oprime el estómago y pronuncias finalmente su nombre y comienzas a llorar, pero ahora son primero los sollozos y después van saliendo las lágrimas, es raro cómo ha cambiado esto, aunque a veces solo siento las lágrimas caer, es más de gemir con dolor y después saldrán las lágrimas. Aquí es donde tengo que contenerme, porque el sentimiento se puede transformar en ira para golpear las paredes y romper cosas o en desesperación de salir corriendo hasta dejar de existir. si bien me va, mis puños se aprietan, golpeo la cama y la pared, el dolor se desvía hacia los nudillos y me levanto ¡ah cómo cuesta levantarse! ¿para qué? ¿para quién? ya no tiene caso.

La boca seca y el día vacío, ya no brilla ni por el sol que se ve entrar por la ventana. Es ruda esta abstinencia de fenitelamina y oxitocina, las hormonas del amor; de la dopamina, hormona de la recompensa y de las endorfinas, hormonas de la felicidad, altamente adictivas y que esa persona me daba a diario. 40 días ya sin su presencia, sin recargar la batería ni drogarme con su caniño, nada me hace feliz. Solo era esa persona la que lo hacía, la que me daba razones para vivir.

Toda la gente me dice que ya me pare, que ya salga y que haga algo por mí, que no va a regresar y que me resigne, echándole más limón a la herida y en vez de pararme a golpes, más me hundo en este abismo negro. Se repiten las frase “tú puedes, tú naciste sol@ y te vas a morir sol@, hazlo por ti y para ti, hay un mundo afuera”, frases que no me incentivan para nada a seguir. Y la única solución la tiene esa persona, la única persona que te puede sacar de esta crisis, la misma que te metió en este agujero de abandono y desesperación, pero no quiere… y te dicen “no le puedes obligar, no le vas a tener a fuerza, déjale ir”, jajaja, frases que solo duelen porque está de más decirlas, por favor, no se las digan a sus seres queridos porque no ayuda en nada y solo duele más. ¡Sabemos perfectamente que no quiere, si no, no se hubiera ido! ¡Sabemos que no le podemos tener a fuerza, que no le podemos obligar, lo sabemos bien! Pero también sabemos que lo que más queríamos es que hubiera querido quedarse a luchar y no haberse dejado influenciar, le calentaron la cabeza, se veía desde un satélite, debió quedarse a luchar a decir un “si no vamos a terapia vamos a terminar”, no solo decir que ya no quería e irse, aunque se veía amor en sus ojos, aunque había amor de mi parte y aunque era injusto para la relación no luchar cuando ambas personas se amaban. Lo que pasó es que una persona no perdonó con sinceridad y la otra siguió por un camino de espinas y con miedos y ansiedades.

Es entonces cuando te das cuenta de que entras en la etapa del “hubiera”, esa etapa que entró en mí desde ese 21 de diciembre y que cada vez me ha hecho pensar en todos mis errores y en que necesitaba un golpe muy fuerte para valorar lo que tenía, para corregir lo que erraba, para volver a ser yo, auténticamente yo y no esa persona tan mal versada. No, no se equivoquen, mi amor era genuino, mi lealtad le pertenecía completamente. Desde que me perdonó, juré no volver a caer en tentaciones y en amarle con todo mi ser, pero no supe leerle, no supe ver tantas cosas que hice y que no debí dejar pasar y valorar, ¡carajo! valorar todo lo que se esforzaba por trabajar, por superarse y lograr una mejor vida para amb@s, por tener un mejor futuro junt@s, se lo dijo a alguien y hoy lloro horriblemente por no haberlo valorado completamente. No quiero dar a entender cosas que no son, sí le valoraba mucho, pero debí comenzar de cero, en papel blanco y no lo hice, así como no haber valorado todos sus esfuerzos y lo mucho que trabajaba, aunque llegaba y le daba de cenar, le tendía su cama para que llegara a descansar y no entendí que era tanto el cansancio que por eso no podía más que dormir. Debí abrazarle a mi pecho y consentirle por todo su esfuerzo como una manera de agradecimiento, por apoyarme en mi etapa tan estéril de problemas económicos. Qué pendej@ fui al no abrir los ojos completamente, solo los entre abría y debí valorar con todo mi ser todo lo que hizo, con sus defectos y sus virtudes.

Y por otro lado mi peor erro por el cual me arrepiento tanto, de verdad que cómo me gustaría no haber contestado esa llamada, de verdad que cómo me gustaría haber tenido los … bien puestos y solo decir gracias y no abrir conexión. Y aunque le dije que arreglaría las cosas cuando comenzó a agarrar su ropa para dejarme, porque entonces vi que sí me amaba, no debí haberme ido, debí hablar claramente lo que sucedía y quedarme a su lado a resolver junt@s, pero estúpida persona imperfecta que soy, me dejé llevar creyendo que no me amaba, me dejé llevar cuando, a pesar de todo debí decir no. Le pedí tiempo y solo eran horas, cuando llegué ya se había ido.

Hoy sé que ese fue el parte aguas, esa llamada que debí de haber controlado, que debí simplemente esquivar, fue lo que provocó una serie de acciones que se convirtieron en una bola de nieve para esa persona que pensaba que no le era leal ni fiel. Todo por no hablar. Por eso sigo en el hubiera, aprendiendo a valorar, a corregir, pero como es un “hubiera” ya no tiene caso el saber en qué erré.

Sé que debí de decirle y demostrarle a diario que era mi vida, mi más grande motivo, mi más grande amor y dejé muchos detalles, muchos mimos, muchas acciones sin hacer, sin corregir. Me volví intolerante a cosas que no tenían porqué ser motivos de discusión, como el tema de los departamentos, yo no podía con ello, sentía en mis adentros como si me fuera a abandonar y solo estaba viendo por su futuro y así cosas que no debí hacer o decir. Tolerar más a su familia, al fin y al cabo todas las familias son lo mismo, darles el avión mientras no hubiera acciones directas, todo lo demás lo debí dejar pasar. Pero sobre todo, haber puesto su huella en mi celular, que supiera la clave de mi computadora para haberle restaurado, a través de los años, un poco de confianza en mí. Hubiera, hubiera, hubiera. ¡Y se lo merecía, con todo y lo terc@ que es, con todo y sus defectos humanos, porque también me amaba, porque luchaba a su manera por mí.

Hubiera, hubiera, hubiera. Pero en esos huecos que dejé por mis errores, fue por donde se coló alguien más, nada puedo asegurar, ya no quise averiguar, pero así es siempre, dicen que no hay nadie, pero lo hay y fue mi culpa por crear esos huecos que debieron estar llenos de amor. Sí, no lo puedo asegurar, pero es lo más probable, que esa persona le haya dado fenitelamina, oxitocina, dopamina y endorfinas, calentándole la cabeza y diciéndole que me dejara por todo lo que le había yo hecho, así como alguna vez me calentaron la cabeza para ponerle límites con respecto a su familia, pero que lo dejé pasar porque yo no quería ya pelear.

Me tardé mucho. Hasta este año comencé muy lento mis cambios. Los traía en mi cabeza, pero la ansiedad y depresión por los años de mi madre y por el miedo a ser feliz cuando lo tenía todo, me hizo no moverme de un lugar que yo creía que era seguro a pesar de que sabía que algo no estaba bien. Y cada vez que le pedía que fuéramos mejores, cada vez que discutía por ello, porque de eso se trataban más nuestras peleas, se quedaba callad@, tal vez porque ya estaba en ese otro canal y a pesar de que ese sábado 21 me dijo “pero yo sí te amo”, me quedé paralizad@, debí aprovechar sentarme con elle y pulir de una vez por todas todos mis errores abriendo mi corazón y la verdad. Pero se fue ya no confiando en mí, creyendo que yo tenía ojos para más personas, cuando yo solo tenía interés en solo en elle, lo sé por esa vez que bailó slam con coraje, después de que me bailaron a mí. Debí sacarle a bailar, debí abrazarle y tenerle a mi lado en las fotos, debí hacer todo lo que en mis manos estuviera para cerrar esos huecos de duda, de inestabilidad, de sentirse insuficiente, para que nadie más entrara y para que supiera que era lo más amado para mí.

Debí… debí… debí….

 

Hoy, a 40 días de su partida y 46 de que me dijo “y si yo ya no quiero”, ha sido un día lleno de lágrimas, desde la mañana hasta ahora, como si me lo hubiera dicho ayer.

 

Y como human@ estúpida, a diario ruego por un milagro, un milagro en el que ella regrese a mí, porque sé que nadie le va a amar tanto como yo le amo y le amaré por siempre.

 

Para ti, la siguiente canción. La letra es de Ada Silva MR y la música y voz de Suno AI, “40 días”.




De los suicidios en Oriente

Hace varias décadas conocí a una chica que vivía por el oriente, a donde fuimos algunas veces. Una de esas ocasiones pasamos por una calle habitual donde vivía una conocida de ella, de la colonia, en su casa había un moño negro y en el balcón del primer piso, se veían varias veladoras, ella solo dijo “¿qué habrá pasado?” y la fuimos a dejar a su casa. La siguiente vez que la vi, le pregunté al respecto, me contó una historia real muy triste, me dijo: “¿conoces la canción de Vico C, “Recuerdo” ?, le dije que sí, me dijo: “Pues así le sucedió a esa chica, es muy triste, mira, ella conoció a su novio en la universidad, fueron almas gemelas y era una relación muy bonita hasta que la truculenta vida se metió como lo hace tantas veces. Ella estudiaba mucho la carrera de medicina, él ingeniería y a veces ella no podía salir tanto como él quería y le decía que se fuera él a divertir que ella no tenía tiempo, él sintió como si ella no lo amara porque no comprendió que ella quería estudiar para que cuando formaran una familia pudieran tener un mejor futuro, pero él no lo entendió porque ella no se lo explicó. En una de esas salidas otra chica le sonrió y lo trató bonito, él, a pesar de amar tanto a su mujer, como él le decía, cayó desde la vulnerabilidad de lo que él decía que era abandono por parte de su novia y, aunque la nueva chica le ofrecía nuevas emociones, no se comparaba con el amor de su novia. Ellos salieron algunas veces, en una de esas salidas, la fiesta fue a unas calles de la casa de su novia, una amiga de ella lo vio y fue corriendo con el chisme a decirle a su novia, ella, incrédula fue a verlo y lo encontró abrazando a la otra, sin decir nada regresó a su casa, se encerró en su cuarto a llorar amargamente, sus papás y hermanos quisieron quitarle la aflicción, pero no podían, hasta hablaron con el novio, pero él decía que si no era ella quien lo buscara, no creería que su novia por fin tendría tiempo para verlo. La novia les dijo a todos que entonces ya no quería vivir y menos vivir una vida vacía sin él, una vida en donde él estaba con otra y no venía a su puerta a pedirle perdón, una vida atroz llena de tristeza porque solo lo quería a él, él era su más grande motivo y por él ella se estaba tratando de superar. Les dijo a todos que ya no quería vivir y todos le decían que ella tenía que vivir por ella, no por alguien más y que había mil peces en el mar, no solo él. Ella decía, que solo lo quería a él, que sin él ya no tenía caso vivir. En menos de dos semanas ella no quería comer y les decía a los demás que la dejaran descansar, que ya no quería vivir y todos le decían “Ya, ya, ya, se te va a pasar, no hay mal que dure cien años”. Una noche, ella les dio las buenas noches a sus padres con un beso en la mejilla, les dijo que no quería cenar, que estaba muy cansada de llorar y que subiría a descansar de una buena vez. Al siguiente día, nadie la fue a despertar, ya no lo hacían porque ella solía llorar hasta quedarse dormida y despertar hasta que la dura realidad la abofeteara, no obstante y al ver que ya eran casi las 7 de la noche, la fueron a buscar, no la vieron en su cuarto, la buscaron en la casa, hasta que alguien salió al balcón de su cuarto, en donde ella yacía medio colgada de una cuerda. 

Varios años después, me llevaba con algunas amistades, una de ellas, Angy, dueña de una estética que conocí porque acudí a cortarme el cabello, nos recibía para cotorrear con ella y su asistente, era muy divertido, porque todas teníamos unas ocurrencias muy buenas. Recuerdo que ahí, entreteníamos a los clientes, la asistente que le tocaba retocar las patillas con navaja en mano, llegaba y les preguntaba a los clientes: “¿qué salvo? ¿ceja u oreja?” y obviamente la gente se botaba de la risa y ya solo respondían que las dos. Yo me aventaba varios chascarrillos que hacían muy amena la estancia, algo así como un “Stand Up Comedy”, pero sin nada de profesionalismo, pero muy ligero y ameno, además de que a veces nos juntábamos ahí para ir a ver los partidos de futbol rápido o después comíamos tacos a media cuadra. De esta manera pudimos conocer a varios vecinos- Enfrente del salón que estaba en la esquina, había una casa y era de los “gordos del gas”, se imaginarán porqué les decían así, papá gordito, pero los dos hijos mucho más, con sobre peso considerable, pero, aún así, eran los que surtían gas en la zona. Uno de los “gordos” comenzó a ir a platicar con Angy y conmigo, siempre se le veía nostálgico y a lo largo de un par de meses nos contó de una chica de la que estaba enamorado y que lo había dejado por su peso, aunque él la había amado con todo el corazón, hasta creía que se iba a casar con ella. Una de esas noches nos dijo: “ay amiga, neta que ya no le veo caso a la vida, estoy cansado, triste, vacío, nadie va a querer estar conmigo con este peso y por más que me quiero poner a dieta, nos dicen que es de familia y que nos resignemos y yo, la verdad, ya no le veo caso”, yo obviamente le dije que tratara de tranquilizarse, de calmar un poco su tristeza, que había más cosas en la vida. Él insistía en que no, en que ya no quería seguirle, en que extrañaba mucho a su ex y que ya no tenía motivos para vivir, sobre todo porque cada vez que llegaba a su casa y quería contarle esto a su familia, ellos se burlaban y le decían “¡Nada de que ya no quieres vivir, aquí se vino a chingarle, ‘usté” es hombre y no venga con sus lagrimitas jotas y te guste o no, así debemos de hacerle, a la fregada la vieja esa, hay muchas más, ¡muchas! ‘usté’ levántese, a trabajar y a seguirle! Y ya deje de estar friegue y friegue con que ya no quiere vivir y que se va a matar, no nos venga con esas tarugadas.” Me dijo que así le decían y que no le creían que él ya no quería vivir. Yo solo recuerdo haberle puesto la mano en el hombro apretándoselo y decirle que lo entendía, que entendía de alguna forma cómo se sentía, pero que yo no encontraba las palabras que él necesitaba oír para que siguiera adelante, pero que tratara de intentarlo, que la gente si él se iba, se iba a poner triste. Solo me respondió que solo sería una muerte más en el barrio. Ante estas cosas te quedas estupefacta y no tienes idea de qué hacer o decir, aunque recuerdo que comprendía su sentir, tal vez porque yo venía de los 4 años más pesados de mi vida y eso me había dado como que la lección de empatía ante esta soledad y esta rabia que le tomas a la misma vida que se burla de los seres humanos una y otra vez.

Al siguiente fin de semana que fui, Angy me saludó, me tomó de las manos y me sentó en una de sus sillas en la estética, ella se sentó enfrente y me comenzó a relatar que el gordo, 5 días antes, llegó a su casa, todos estaban abajo cenando, su mamá le dijo que se sentara a cenar, él les respondió que no tenía hambre, que ya no quería nada, su papá volvió a decirle que se dejara de pendejadas y que se sentara a cenar, él solo los volteó a ver y llorando les dijo, “ya no les voy a estorbar”, comenzó a subir la escalera hacia su cuarto, el cual era el más alto en la vivienda de tres pisos, entró a su habitación, sacó su arma de debajo de la cama, su familia escuchó un disparo y cuando subieron ya no pudieron hacer nada.

 

 

 

Muchas veces en la vida nos pasa por la mente atentar contra nosotros mismos, algunos lo logramos, algunos no. El problema radica en la falta de entendimiento, hasta el día de hoy, en cuanto respecta al sentir de la persona que no quiere vivir y ni siquiera los expertos han podido encontrar una solución para esta problemática cuando la persona ya hizo todo y ya no encuentra salidas.

En el caso del desamor, los psicólogos, tanatólogos y terapeutas, así como muchos amigos, le dirán a la persona que debe de salir por sí y para sí misma, que nació sola y que sola se va a ir. Dirán también que la otra persona tiene “el derecho” de irse, aunque esté bien o esté mal, tiene “el derecho” de irse, que la vida es así, que “nada dura para siempre” y que la realidad es así. Frases que solo van a tronar más y más las grietas de ese corazón roto, de esa vida cuarteada y que solo lastiman más y más y en vez de ver luz, cada vez se hunde más en el abismo negro. 

Frases que se contradicen a cuando te aconsejan cuando se inicia una nueva pareja o la gente se casa: “hasta que la muerte los separe”, “deben de honrarse uno al otro”, “se deben ser fieles”, “deben amarse y luchar por siempre salvar la relación”, etcétera, etcétera, etcétera. 

Así es: contradictorio completamente. Solo te hablan dependiendo de la situación.

Lo que sí sucede es que los familiares y amigos sienten feo de que esa persona ya no quiera estar, muchos se hartan de que a diario esa persona llore y le dicen “¡ya! ¡a la chingada! ¡ya párate!”, otros aguantan vara y escuchan 500 veces la misma historia, los mismos hubiera, pero otros se cansan y dejan de hablar o escribir, lo que merma en la persona que está sufriendo y que a veces lo entenderá y otras no.

Y la misma persona, después de gritar porque le ayuden (aunque solo una persona tiene la solución en sus manos), irá callándose poco a poco, hasta que este hartazgo de todo y de todos la lleven a tomar finalmente la decisión, buena o mala, para salir o para finalizar y es entonces cuando todos entran en esa etapa que detestaban de esa persona triste: en el “hubiera”.  Hasta esa única persona, si es que aún le ama, como en el video que retrata miles de historias, se arrepienta de no haber regresado cuando esa persona era la indicada. Siempre es “demasiado tarde”. El ser humano es estúpido por naturaleza y comete muchos errores, sobre todo, no tener la fuerza de decir no a tentaciones y no luchar las veces que sea necesario cuando hay verdadero amor.

 

Y esa persona se va a ir diciendo que ya no quiere luchar por sí misma, que ya no quiere salir para sí misma, que no quiere estar sola, que quiere a “esa persona” porque ya lo vio bien desde la valorización de los “hubiera”, desde la etapa de resignación fría en la que también se valora todo, y se reconocen todos los errores y se puede cambiar, pero ya no le dan la oportunidad, pero los demás dan todo por sentado y se burlan de la persona, hasta que ésta logra dejar de respirar.