05/02/2025

Qué triste es mi historia Cap. 3

 ¿Qué se vive cuando alguien nos ha abandonado?

 

Como ya hemos mencionado, la mayoría de gente no expresa lo que realmente está experimentando, se esconde y trata de no hablar del tema, por miedo al qué dirán o porque así nos han enseñado. Pero… ¿qué sucede en el día a día?. El presente texto es para concientizar a la gente, para que busquen terapia, para que no hagan promesas que no cumplirán, para que no se conviertan en los malos de la película, al hacer uno de los más fuertes daños que puede existir en esta vida tan extraña y dura. Así que, con el corazón en la mano, con la neurona espejo activada, pongámonos en el papel de nuestra persona en cuestión:

 

Suena el teléfono, una llamada, una notificación que te despierta, o simplemente te vas despertando. Si bien te va, no le has soñado y has soñado cosas raras, en mi caso, casi siempre. No sueño a colores, rara es la vez que veo luz, son más que nada siluetas en algo parecido a una noche casi sin luz. Si es el teléfono el de la culpa, me pone de malas, lo silencio, a menos que sea imperante el contestar. Pero es muy difícil abrir los ojos, están pegados por las legañas debido al llanto, mientras voy quitándomelas con cuidado con los dedos, el sistema “bootea”, como en las computadoras que se van cargando los programas y el sistema va despertando, así las personas, en unos minutos vas recordando en dónde estás, cuándo estás y en qué momento de tu vida. El pecho que estaba dormido se va vaciando nuevamente para albergar ese dolor que oprime el estómago y pronuncias finalmente su nombre y comienzas a llorar, pero ahora son primero los sollozos y después van saliendo las lágrimas, es raro cómo ha cambiado esto, aunque a veces solo siento las lágrimas caer, es más de gemir con dolor y después saldrán las lágrimas. Aquí es donde tengo que contenerme, porque el sentimiento se puede transformar en ira para golpear las paredes y romper cosas o en desesperación de salir corriendo hasta dejar de existir. si bien me va, mis puños se aprietan, golpeo la cama y la pared, el dolor se desvía hacia los nudillos y me levanto ¡ah cómo cuesta levantarse! ¿para qué? ¿para quién? ya no tiene caso.

La boca seca y el día vacío, ya no brilla ni por el sol que se ve entrar por la ventana. Es ruda esta abstinencia de fenitelamina y oxitocina, las hormonas del amor; de la dopamina, hormona de la recompensa y de las endorfinas, hormonas de la felicidad, altamente adictivas y que esa persona me daba a diario. 40 días ya sin su presencia, sin recargar la batería ni drogarme con su caniño, nada me hace feliz. Solo era esa persona la que lo hacía, la que me daba razones para vivir.

Toda la gente me dice que ya me pare, que ya salga y que haga algo por mí, que no va a regresar y que me resigne, echándole más limón a la herida y en vez de pararme a golpes, más me hundo en este abismo negro. Se repiten las frase “tú puedes, tú naciste sol@ y te vas a morir sol@, hazlo por ti y para ti, hay un mundo afuera”, frases que no me incentivan para nada a seguir. Y la única solución la tiene esa persona, la única persona que te puede sacar de esta crisis, la misma que te metió en este agujero de abandono y desesperación, pero no quiere… y te dicen “no le puedes obligar, no le vas a tener a fuerza, déjale ir”, jajaja, frases que solo duelen porque está de más decirlas, por favor, no se las digan a sus seres queridos porque no ayuda en nada y solo duele más. ¡Sabemos perfectamente que no quiere, si no, no se hubiera ido! ¡Sabemos que no le podemos tener a fuerza, que no le podemos obligar, lo sabemos bien! Pero también sabemos que lo que más queríamos es que hubiera querido quedarse a luchar y no haberse dejado influenciar, le calentaron la cabeza, se veía desde un satélite, debió quedarse a luchar a decir un “si no vamos a terapia vamos a terminar”, no solo decir que ya no quería e irse, aunque se veía amor en sus ojos, aunque había amor de mi parte y aunque era injusto para la relación no luchar cuando ambas personas se amaban. Lo que pasó es que una persona no perdonó con sinceridad y la otra siguió por un camino de espinas y con miedos y ansiedades.

Es entonces cuando te das cuenta de que entras en la etapa del “hubiera”, esa etapa que entró en mí desde ese 21 de diciembre y que cada vez me ha hecho pensar en todos mis errores y en que necesitaba un golpe muy fuerte para valorar lo que tenía, para corregir lo que erraba, para volver a ser yo, auténticamente yo y no esa persona tan mal versada. No, no se equivoquen, mi amor era genuino, mi lealtad le pertenecía completamente. Desde que me perdonó, juré no volver a caer en tentaciones y en amarle con todo mi ser, pero no supe leerle, no supe ver tantas cosas que hice y que no debí dejar pasar y valorar, ¡carajo! valorar todo lo que se esforzaba por trabajar, por superarse y lograr una mejor vida para amb@s, por tener un mejor futuro junt@s, se lo dijo a alguien y hoy lloro horriblemente por no haberlo valorado completamente. No quiero dar a entender cosas que no son, sí le valoraba mucho, pero debí comenzar de cero, en papel blanco y no lo hice, así como no haber valorado todos sus esfuerzos y lo mucho que trabajaba, aunque llegaba y le daba de cenar, le tendía su cama para que llegara a descansar y no entendí que era tanto el cansancio que por eso no podía más que dormir. Debí abrazarle a mi pecho y consentirle por todo su esfuerzo como una manera de agradecimiento, por apoyarme en mi etapa tan estéril de problemas económicos. Qué pendej@ fui al no abrir los ojos completamente, solo los entre abría y debí valorar con todo mi ser todo lo que hizo, con sus defectos y sus virtudes.

Y por otro lado mi peor erro por el cual me arrepiento tanto, de verdad que cómo me gustaría no haber contestado esa llamada, de verdad que cómo me gustaría haber tenido los … bien puestos y solo decir gracias y no abrir conexión. Y aunque le dije que arreglaría las cosas cuando comenzó a agarrar su ropa para dejarme, porque entonces vi que sí me amaba, no debí haberme ido, debí hablar claramente lo que sucedía y quedarme a su lado a resolver junt@s, pero estúpida persona imperfecta que soy, me dejé llevar creyendo que no me amaba, me dejé llevar cuando, a pesar de todo debí decir no. Le pedí tiempo y solo eran horas, cuando llegué ya se había ido.

Hoy sé que ese fue el parte aguas, esa llamada que debí de haber controlado, que debí simplemente esquivar, fue lo que provocó una serie de acciones que se convirtieron en una bola de nieve para esa persona que pensaba que no le era leal ni fiel. Todo por no hablar. Por eso sigo en el hubiera, aprendiendo a valorar, a corregir, pero como es un “hubiera” ya no tiene caso el saber en qué erré.

Sé que debí de decirle y demostrarle a diario que era mi vida, mi más grande motivo, mi más grande amor y dejé muchos detalles, muchos mimos, muchas acciones sin hacer, sin corregir. Me volví intolerante a cosas que no tenían porqué ser motivos de discusión, como el tema de los departamentos, yo no podía con ello, sentía en mis adentros como si me fuera a abandonar y solo estaba viendo por su futuro y así cosas que no debí hacer o decir. Tolerar más a su familia, al fin y al cabo todas las familias son lo mismo, darles el avión mientras no hubiera acciones directas, todo lo demás lo debí dejar pasar. Pero sobre todo, haber puesto su huella en mi celular, que supiera la clave de mi computadora para haberle restaurado, a través de los años, un poco de confianza en mí. Hubiera, hubiera, hubiera. ¡Y se lo merecía, con todo y lo terc@ que es, con todo y sus defectos humanos, porque también me amaba, porque luchaba a su manera por mí.

Hubiera, hubiera, hubiera. Pero en esos huecos que dejé por mis errores, fue por donde se coló alguien más, nada puedo asegurar, ya no quise averiguar, pero así es siempre, dicen que no hay nadie, pero lo hay y fue mi culpa por crear esos huecos que debieron estar llenos de amor. Sí, no lo puedo asegurar, pero es lo más probable, que esa persona le haya dado fenitelamina, oxitocina, dopamina y endorfinas, calentándole la cabeza y diciéndole que me dejara por todo lo que le había yo hecho, así como alguna vez me calentaron la cabeza para ponerle límites con respecto a su familia, pero que lo dejé pasar porque yo no quería ya pelear.

Me tardé mucho. Hasta este año comencé muy lento mis cambios. Los traía en mi cabeza, pero la ansiedad y depresión por los años de mi madre y por el miedo a ser feliz cuando lo tenía todo, me hizo no moverme de un lugar que yo creía que era seguro a pesar de que sabía que algo no estaba bien. Y cada vez que le pedía que fuéramos mejores, cada vez que discutía por ello, porque de eso se trataban más nuestras peleas, se quedaba callad@, tal vez porque ya estaba en ese otro canal y a pesar de que ese sábado 21 me dijo “pero yo sí te amo”, me quedé paralizad@, debí aprovechar sentarme con elle y pulir de una vez por todas todos mis errores abriendo mi corazón y la verdad. Pero se fue ya no confiando en mí, creyendo que yo tenía ojos para más personas, cuando yo solo tenía interés en solo en elle, lo sé por esa vez que bailó slam con coraje, después de que me bailaron a mí. Debí sacarle a bailar, debí abrazarle y tenerle a mi lado en las fotos, debí hacer todo lo que en mis manos estuviera para cerrar esos huecos de duda, de inestabilidad, de sentirse insuficiente, para que nadie más entrara y para que supiera que era lo más amado para mí.

Debí… debí… debí….

 

Hoy, a 40 días de su partida y 46 de que me dijo “y si yo ya no quiero”, ha sido un día lleno de lágrimas, desde la mañana hasta ahora, como si me lo hubiera dicho ayer.

 

Y como human@ estúpida, a diario ruego por un milagro, un milagro en el que ella regrese a mí, porque sé que nadie le va a amar tanto como yo le amo y le amaré por siempre.

 

Para ti, la siguiente canción. La letra es de Ada Silva MR y la música y voz de Suno AI, “40 días”.




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