miércoles, 13 de mayo de 2009

10 de Mayo

Por fin me decidí a medio día a ir a celebrar a mi mamá, pues madre solo hay una y después de escuchar el especial del viernes con Martha Debayle dedicado a ellas en su día, opté por seguir el consejo: ellas, con sus recursos y su herencia y bien que mal, han intentado ser madres, por lo tanto en ese día, no les reprochen nada, tan solo estén con ellas.
Después de ver lo estratosférico que resultaba un buffet, mi mamá dijo “se me antojan unas enchiladas” y tomándole la palabra, agarramos carretera. Pudimos ver cómo las patrullas vigilaban la ruta en sus poderosos Chargers y paraban a uno que otro que nos rebasaba a más de 150 km/h, sí, íbamos con cautela. Más adelante vimos una patrulla a la orilla con su radar de mano, pero lo curioso fue que más adelante pensamos que había otra parada de la misma forma en el acotamiento y pensamos que también medía la velocidad de los vehículos, la carcajada no se hizo esperar cuando vimos que la ironía del mexicano estaba a todo lo que daba: ¡era una madera recortada con la foto de una patrulla a tamaño natural!, sí, ¡una silueta como en las caricaturas!, al pasarla vimos como del otro lado solo existía el armazón y los postes para sostenerla. ¡Todos los vehículos al pasar por ahí disminuían la velocidad, al irse con la “finta”, lástima no le pude tomar una foto para que la vieran, pero el hecho fue muy cómico.
Después de comer y comprar comida regional para llevar, comenzaba a lloviznar, un arco iris se comenzó a ver en plena tarde del domingo 10 de mayo, abriéndose del suelo hacia
el cielo y de izquierda a derecha, después otro del lado derecho abriéndose del suelo hacia el cielo y hacia la izquierda, delante de estos dos, aparecieron otros 2 difusos y más pequeños, pero igualmente hermosos. Por lo abrupto de mi decisión de ir al final, no llevé ni mi Handycam, ni mi cybershot, ¡qué caray!, tan solo pude tomar unas cuantas fotos con mi Sony Ericsson. Fue un espectáculo maravilloso, pues al incorporarnos en la carretera, el sol quedaba a nuestras espaldas y la lluvia venía de frente, por lo que podíamos disfrutar plenamente del espectáculo, el mejor regalo para mamá fue este evento natural, el cual llegó a su clímax cuando los dos arco iris se unieron en el centro para formar una diadema, un medio círculo proyectado por el sol y la lluvia, la carretera cruzaba justo en el centro y los colores se distinguían preciosos. Pasamos por en medio y por debajo del fenómeno natural. Valió la pena la salida, para vivir esta inolvidable experiencia.

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