martes, 14 de abril de 2009

El cielo y el infierno

Un buen ejercicio es hablar de lo bueno y de lo malo, aunque la mayoría de las veces resulta en que las cosas buenas son las mejores, a veces es al revés, con esto podemos ver si vale o no la pena estar con alguien, porque nadie soporta al final un infierno, por 2 minutos de cielo. Entonces leamos lo que sucedió, explicando antes que existe una manera impersonal por discreción y por evitar un poco de dolor a nuestra persona en cuestión a la que se le pidió nos describiera el cielo a su lado y después el infierno:

“CIELO:
Un día normal se componía de que esa persona me despertara mandándome besitos, dando unos pasitos ruidosos, o simplemente diciéndome algo como “amor se te va a hacer tarde”, si no era muy tarde hacíamos ejercicio a la par y cada vez que le veía en la escaladora, le bajaba de ahí diciéndole “¡no, no, no,!” como diciendo “qué flojera de hacer ejercicio”, pero le volvía a subir y que continuara con su rutina, jugueteábamos, al subirme al disco de giros me escondía tras la puerta del ropero que quedaba entre ambos y la cerraba, para verme, le planchaba su playera que era igual a la mía para trabajar, me metía a bañar. A veces cuando se estaba bañando yo entraba a peinarme o a algo y me decía “¡ay! ¡ay! ¡ay!”, lastimeramente porque pensaba que ya me iba, se asomaba y me veía hacer algo y se ponía feliz porque decía: “¡no, todavía no te vas!”; pero llegaba el momento, abría la puerta de la regadera y volvía a decir: ¡no, no, no!. Antes no le gustaba besar por las mañanas pero tenia desde que nos cambiamos al nuevo departamento que lo hacía, de hecho le pregunté las primeras veces “¿Por qué lo haces si antes no te gustaba?” y me respondía subiendo los hombros: “hum, ¡porque te amo!”. Entonces al despedirme me decía “no te vayas”, y yo le decía, “¡me quedo contigo!”, nos entraba la responsabilidad y me decía, otra vez con voz triste, “no, hay que trabajar”, y nos besábamos tiernamente, daba un suspiro y me decía “bye, bye”, con tristeza, pero como no le gustaba que me fuera triste, porque pensaba que si algo malo nos sucediera, lo último que habíamos visto era una cara triste, entonces me sonreía y me decía que te vaya bien. Si no fuera el caso en que se estuviera bañando, me abrazaba y me besaba, y cuando yo sacaba el coche, siempre le atinaba cuando me iba a subir y se asomaba por la ventana y me mandaba besos y se despedía con la mano sonriéndome, yo hacía como que me iba triste entonces golpeaba el cristal de la ventana para llamar mi atención y cuando yo lo hacía, me regañaba tiernamente, diciendo no con el dedo índice y señalando en su cara un a sonrisa para que me fuera bien. Hubo un par de ocasiones en los que no nos despedimos bien y me llamaba inmediatamente y me decía: “no me gustó como nos despedimos, por eso te llamé”, y entonces nos decíamos “te amo” y nos despedíamos bien. El día pasaba normal, me llamaba muchas veces para decirme lo que fuera y eso era genial, no me importaba si me regañaban por estar en el teléfono, siempre valía la pena escuchar su voz, aunque hubiese pensado que me molestaba y es que muchas veces andaban por aquí los “jefes” y no podía hablar bien, pero siempre me llenaba el alma su voz.
Toda la mañana me la pasaba viendo el reloj, en la desesperación porque diera la hora para ir a verle, cuando salía del trabajo de la mañana ponía el radio del coche, cantaba, iba feliz a buscarle y justo antes de llegar, le marcaba y le colgaba para que saliera y pasar a recogerle, muchas veces salía antes y me alcanzaba una cuadra antes, corría hacia el coche, si le tocaba el semáforo se desesperaba por no poder pasar y era un juego entre ambos, miraba el semáforo, me miraba a mí, luego al semáforo y luego a mí, como diciendo “me vale, me voy a cruzar” y yo le tocaba el claxon y le decía a señas que no, regañándole con ternura, avanzaba y se subía al coche, me besaba valiéndole los vecinos y me decía con alegría: “¡ya estás aquí!”, ¡carajo, me hacía tan!. En ese momento se tenía que decidir a donde comer, por lo que manejaba lento, y de repente decía: “a los mariscos” y yo le respondía “¡a los mariscos!” y aceleraba y nos divertíamos, muchas veces cuando íbamos a ciertos lugares, por ejemplo a pan envía me decía “¡a toda velocidad Mon Tax!”, y nos divertíamos mucho en el coche, le gustaba que fuera rápido o que pasara los puentes rápido para sentir cosquillas en el estómago, aunque casi siempre lo hacía yo discretamente y decía: “no, no ¡no! ¡NO!, hay hijo de su ma!”, me reía mucho.
Después de comer regresábamos a trabajar, no le gustaba que usara la computadora, porque le restaba atención a su persona, siempre se ponía medio de malas, me encantaba. Entonces llegaba la tarde y se escuchaban los negocios como comenzaban a cerrar y me decía: “¿oyes eso osos? ¿oyes el sonido de la libertad?”, nuevamente me reía y cerrábamos. Nos íbamos a comprar de cenar, era genial comprar en los Walmart, siempre jugando, siempre me le escondía, siempre me aullaba no importaba si le oían los demás, cuando me encontraba me jalaba imaginariamente a distancia. Fuera un sándwich, sincronizadas, atún, lo que fuera, me encantaba cómo disfrutaba la comida, siempre jugaba a quitarle el plato, y me gruñía defendiendo su comida. Veíamos las series, le hacía bromas al respecto, en fin. Llegaba la noche y salía el juego de los leones, le pedía que me rascara la espalda, ¡caray, que rico lo hacía! y nos acostábamos, me encantaba como se acurrucaba. Casi siempre se dormía antes, mientras yo le pedía a la vida y al destino que me diera mucha vida para estar ahí y a veces me atormentaba la idea de que algo le pasara o algo me pasara y no pudiéramos estar juntos en ese momento, por eso siempre acostumbrábamos dormir bien, diciéndonos un “te amo”.
Si llegaba a haber discusiones, se empeñaba en que terminaran y se buscara una solución para no dormirse mal, no hubo más de 2 o 3 ocasiones en 4 años en que nos fuéramos a dormir mal, pero en la mañana la chispa de su alegría comenzaba el día jugando, olvidando las tonterías que nos hicieron pelear, pues como ya había mencionado, en la semana nos la pasábamos 95% bien.
Siempre veía lo que me interesaba e intentaba conseguírmelo, aunque yo no era quien más gastaba, me encantaba hacerle feliz y darle lo que sus papás no habían podido o querido darle, aunque su niñez fue genial, simplemente cuando le conocí, le quise sacar de ese lugar solo, le quise dar tranquilidad y felicidad.
Podría relatar mil cosas, como el tiempo que nos sentamos para ver si me vendían la cámara que estaba en el aparador de Sears, que al final resultó que no, pero que se consiguió. Todas las cosas nos costaban trabajo, por esto eran más valorables. Podría contar también cómo fuimos a comprar el World tour con el reloj presionándonos y el tránsito tan denso, o el armar el coche como una nave Ticiriana para el cumpleaños de su hermanito, conseguir los juegos que él quería o comprar cosas de vacas para su mamá. Mil anécdotas que podría contar antes de encerrarlas en un baúl de oro para poder seguir sobreviviendo y retomar mi vida.
Ha sido también, entre todo, el dolor más agudo, el más sorpresivo y a pesar de su mal carácter el que arrojara cosas o azotara puertas le tuve siempre paciencia y respeto, cosas que fue puliendo a lo largo del tiempo. Era yo quien tal vez le conocía de una forma que los demás no, conocí a su familia y pude ver todos sus aspectos, virtudes y defectos, todo el paquete lo sabía y a pesar de que para muchos fuera una persona manipuladora, lo que era conmigo era lo que me gustaba. Yo era quien más le soportaba, tal vez, aunque el mundo se opusiera y siempre de los siempres quise su bien. Hasta llegué a afinar mi conducta con su familia para que estuviéramos bien.
A veces pensé que si no volvía a amanecer hubiera fallecido feliz, pues me sentía bien esta persona. Aunque deseaba más de lo que tenía, aunque deseaba más, muchos más años a su lado…
Me hacía canciones, me mandaba mensajes lindos, en fin… todo eso hasta casi el final, donde dejó de atenderme un poco, donde su mente se cambió de canal y se alejó de todo lo que fue, para dedicarse a alguien más, a quien comenzó a darle todo su tiempo, a hablarle tierno por el teléfono, a defenderle.
Pensé que era la persona indicada, yo fui la persona indicada de regreso, era mi mundo toda mi razón para comer, trabajar y vivir, era ese sabor rico que le ponía a las vivencias o a las cosas materiales que no son nada sin alguien con quien compartir. Puedo decir que a pesar de que todos tenemos “issues” que resolver éramos “la pareja”, hasta que dejó de creer, se dejó llevar por algo más, por alguien más y se convenció de que todo eso que hizo por mí, las vivencias y sacrificios, la alegría y felicidad, no eran amor.
Gracias a su inexperiencia sé que tiene que vivir y yo no puedo, aunque quiera, oponerme a ello, aunque hubiera sido genial que luchara a mi lado hasta el final de nuestros días. La vida apesta, así es, y es irremediable lo sucedido.
Es todo esto lo que resulta tan impresionante y tan difícil de aceptar, cuando creí que tenía una “amistad” y confié en ambos, pero no fue así, resultó una traición.

EL INFIERNO:
“Duelo que no se habla, duelo que no cicatriza”
Hoy los días son excepcionales, ya no son “normales”, me siento ante la televisión para tratar de hundirme en los programas y no es posible concentrarse, pues son programas que veíamos juntos, y me da coraje el no estar como estaba “ayer”. Entre cada capítulo, entre cada subtítulo, pensaba en sus frases amargas, en su imagen diciéndome que ya no estaba ahí el sentimiento, en cómo me habló la última vez, en todo lo que me dijo. Trato de asimilar que no me ama, trato de encajar esta realidad en mi vida presente y me duele tanto… Llega la madrugada, decido ir a dormir, ¿cuántas vueltas puedes dar antes de caer en un sueño?, muchas, de verdad muchas, trato de pensar en otras cosas, pero nada sabe bien, nada me impresiona, nada me conmueve, río por compromiso, nada tiene un motivo ya, pero trato de pensar en cosas banales, para poder dormir. Se cruzan en mi mente ilusiones de su regreso, inmediatamente trato de borrarlas, porque son solo eso. Duermo y sueño feo, muy feo, a veces lo recuerdo, a veces no. Su regreso mera esperanza muerta.
Así amanecí, en una mañana más, gris, con el vacío en el pecho y estómago, nuevamente apretando mis puños dentro de la incredulidad de que no sea un sueño, es simplemente otra etapa del duelo, lo sé, pero es increíble como nuestro propio inconsciente nos traiciona muchas veces. Hay momentos en que estoy a punto de salir a la superficie, pero no lo logro, sigo ahogándome y me vuelvo a hundir, hoy fue uno de esos días.
Voy al trabajo, no tiene sentido, lloro y me angustio por la cruel realidad que me demuestra que el ser humano es egoísta y narcisista. No puedo creer que un error de cobardía sea un error de comodidad, por lo que no luchó, por lo que estuvo más a gusto con alguien más. Las horas son lentas, intento hundirme en la pantalla, escuchar el radio, pero me molestan las soluciones que se dan al aire para parejas que tienen problemas, pienso en sus errores, en los míos, en el que si tan solo hubiera escuchado todos los consejos en vez de burlarse de ellos, en que si hubiéramos ido a las pláticas, hubiéramos leído los libros, en el que el “hubiera”, no existe ni existirá.
Navego por la web, leo artículos para la recuperación personal, intento llevarlos a cabo, trato de distraerme y es tan difícil.
Mi familiar viene y sus noches no son nada diferentes a las mías, sus lágrimas no son menos agrias que las mías, su vacío no es más grande que el mío, son tan parecidos. Somos quienes amamos de verdad y no traicionamos, quienes no “jugamos a la casita” y permanecimos de pié hasta el final, soportándolo todo con tal de que regresaran. Charlamos, tratamos de sacar lo más posible para desahogarnos. Hoy la decepción nos amarga la existencia, las preguntas sin respuestas, la injusticia injustificada y redundante.

“Se secuestra la autoestima del otro cuando no se sabe porqué terminó”

Todo lo anterior hace que me trastorne en el medio de este duelo, el cual como todo tiene etapas, sé que es insufrible, sé que es a fuerza, mientras viva no hay a donde correr para evitarlo pues es una realidad que está en mis neuronas y en las de cualquiera que haya pasado esto o lo esté pasando, aunque para muchos es más fácil, para otros dura poco, pero para nosotros ha sido muy difícil, auque continuamos con nuestra cotidianidad. No lo entiendo, no lo comprendo, estoy en la etapa de no creer lo que pasó, en no creer como el ser humano al que le confiaste tu vida se transformó dando un giro de 180°. No sé en qué punto se quebró, sigo hablándole a pesar de que no está, sigo en una dimensión extraña disputando día a día con sus buenos recuerdos, tratando de sustituirlos con los malos o con la ausencia de ellos. Trato de hacer lo que hice cuando papá murió, ponerme en “stand by”, para que pase el tiempo y pase el dolor, sí, es un desperdicio de tiempo de vida, pero no lo he logrado, no lo he conseguido, entrar a ese estado en el que solo cumples no necesario y pasan los días y los meses, aunque insisto, ¡qué desperdicio de tiempo!
A veces quisiera agarrar el celular y tener las palabras precisas para que regresara, tener ese don que muchos tienen, para convencer a alguien, para hacer que renaciera su amor, pero no es posible.
Sé que es imposible recuperar, porque cuando se cambia de frecuencia no hay poder humano que la haga discernir, solo una vivencia fuerte, de esas que son tan raras, que sería como sacarse la lotería, así como me dijo: “contigo me saqué la lotería”, pero lo perdió en una apuesta.
No hay magia, no hay película Hollywoodense con final feliz, solo con un final trágico donde dos sufren mientras los otros dos gozan. No, no sucederá y eso es lo más horrible y traumante, el que no exista un tal vez o un mañana y el aceptar que todo lo que había guardado para alguien se lo di y ahora ya no tengo nada, porque me quitó hasta lo último:

LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE LE PUEDES QUITAR A UN SER HUMANO”


En esta parte del relato, podemos evidenciar la idealización de la persona amada, lo que resulta una crítica fría ante tanto sentimiento frustrado, más lo inherente a una situación que no tiene solución. En lo bueno y en lo malo, se trata de hacer a la persona que exteriorice ambos aspectos, donde vemos que el golpe final de lo malo, derrumba a todo lo bueno, sin mencionar aquí, que el aspecto sexual era algo muy importante de definir pues en medio de una relación “perfecta”, este aspecto y la falta de ello, los llevó a discutir la última vez, por ende era una señal perfecta para denotar la falta de un amor genuino como pareja. La enseñanza que se comparte hoy es esta, donde no debemos idealizar a la pareja y ver que existía un problema desde el principio que debió ser tratado, más el sacrificio de un tronco tan importante como lo es la sexualidad, por ver todas las ramas reverdecer, se pasa por alto, hasta que todas estas ramas que parecían saludables se secan. Es muy difícil lograr esto sin ayuda, o al menos sin platicárselo a alguien que de verdad sea imparcial, por tanto siempre hay que tomarlo en cuenta para toda relación.
http://www.youtube.com/watch?v=7I4OwIRNZjk a medio vivir Ricky martin

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