lunes, 13 de abril de 2009

¿Cómo dejar ir a alguien? La Balanza

Es Curioso como el cerebro comienza a segregar alguna extraña sustancia y provoca en uno, el golpe de recuerdos de toda la vida pasada, nos vienen recuerdos de nuestras antiguas relaciones, sobre todo de todo el transcurso de la relación en cuestión, cómo comenzó, a donde iban a comer, vivencias, sientes, hueles cosas, además de que en el peor de los casos sueñas estúpidamente con su “regreso”, además de soñar con esa persona, lo que provoca más tristeza al ver que el otro nunca reparó en eso y que se encuentra feliz en los brazos de alguien más. No se sabe por qué sucede, será tal vez por las ganas de querer justificar que existía un amor y las no ganas de querer soltar algo tan grande. ¿Por qué tan grande si se fue diciendo que ya no te amaba, o por el contrario, si se fue diciendo que te amaba? (como en ambos casos), pues porque si te pones a pesar todo lo que se vivió en una balanza, de un lado las peleas, las riñas disputas y defectos, y del otro lado todo lo bueno: planes, vida proyectos, anécdotas, sacrificios, trato, alegría, diversión, etc., resulta que es tremendo ver que la balanza se inclina a favor de lo bueno, sí, la gente no se da cuenta de ello hasta que fríamente realiza esto y ve la montaña de un lado y el montoncito en el otro. En el relato de nuestra persona conocida, nos expone dos relaciones que si tomamos un promedio diario, se ajustarían a un 80% bien y un 20% mal, (aunque las otras partes digan lo contrario, no tiene caso mentir a estas alturas del partido y sobre todo cuando ya está perdido). Nadie puede vivir al revés, en un día que el 80% sean peleas y disputas, nadie lo soportaría. En este momento hago hinca pié en que al final, ambas occisos, dijeron que todo estaba mal y que todo el día eran reclamos y discusiones (en el caso en cuestión de quien nos relata su abandono, las 2 últimas semanas, en el otro, mes y medio más o menos). Todas estas eran el resultado de los “celos” y sospechas, que al final se comprobaron, por lo que las discusiones provocadas por la infidelidad no se toman en cuenta en lo que se tratará hoy. Los demás problemitas, eran el resultado de una pareja normal, pues todo el mundo los tiene o los llega a tener.
La cuestión aquí es que el ser humano siempre se fija en lo malo, pues así fuimos educados, aunque sin querer, para pensar en negativo, cuando debemos de pensar en positivo, por tanto un niño que va bien en la escuela y que en general se porta bien, resulta en: “cotidiano” su comportamiento, de la nada, hace una travesura, o rompe algo, el regaño y el castigo puede resultar muy escandaloso, pues nunca se esperaba de él, y resulta sobresaliente ante lo bueno que ha sido, este hecho se graba en el cerebro y se reproduce generación tras generación. Hacemos un gran escándalo cuando pasan cosas malas, pero de lo bueno, como es cotidiano hacemos como que “debe” estar ahí, y no le damos su correcto valor (pues es lo mejor y lo más importante). Son pocas las personas que valoran este hecho, muchas hasta se burlan cuando das las gracias o aplaudes una buena acción de alguien, ¿temor o inseguridad tal vez? Al contrario, debemos de gozar y enaltecer las buenas acciones, disfrutarlas y provocar a que sigan sucediendo, no digo que con esto todos los días se otorgue un reconocimiento, pero en cuestión de relaciones debemos de valorar el día a día para que esas virtudes se utilicen como armas en contra de los errores, pero abrir bien grande los ojos para percibir lo anterior, porque en general todos los tenemos cerrados, pues no vemos la realidad, ni siquiera lo “razonamos”, simplemente es cotidiano, está ahí, y eso es todo, por eso dicen “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”, sí, hasta ese momento resulta que lo valoramos ¿ven como está jodido que sea así?, ¿por qué hasta el final cuando tal vez ya no hay nada que hacer? ¡NO!, debe ser al principio y en el transcurso donde debemos cosechar lo bueno y volverlo a sembrar, para que siempre exista. Comprobado científicamente: entre más hablas de lo bueno, más se repite esto, entre más molestas a la persona con sus defectos, más se enfada y menos los repara, es sicológico, pero si desde el principio la persona se nutre de tu felicidad, de tu alegría, si le dices que algo te pone feliz, esta persona por amor a ti y por verte feliz seguirá haciendo esas cosas que te hacen sentir bien, y al hacerlo de regreso se crea un ciclo vital que te llena de energía para seguir el día a día.
Tomen en cuenta esto, esa “ridiculez”, por ejemplo, de anotar en un papelito las cosas buenas de alguien y las cosas malas, no resulta una insensatez, nos ayuda, cuando se hace con la más alta sinceridad, a ver todo lo bueno de alguien y que esto se use para resolver lo malo de alguien, siempre antes de llegar a un punto de no retorno, las dos personas lo hacen y se entregan sus escrito para negociar una mejora, pues tenemos suficiente inteligencia y capacidad para negociar y resolver mientras haya vida, cualquier predicamento.

Si hiciéramos todas las cosas de las cuales somos capaces de hacer, literalmente nos asustaríamos de nosotros mismos.
Thomas A. Edison

Entonces, por todo esto, es difícil soltar una relación que cuando la pones en la balanza y el cerebro “te ayuda” a recordar todo lo que viviste y todo lo que sucedió, sabes bien, al menos, que no fuiste tú quien falló (en estos dos casos específicos, para los demás tendrán que valorar lo que ustedes son). A nuestra persona del relato le dijeron: “ya no te amo”, cuando una semana antes lloraba porque “lo perdía todo”, nuestra persona puede pensar que ya no lo sabe, igual y sí, ya no le amaba, pero si esa otra persona y la otra parte se hubieran dado cuenta de lo que eran capaces de hacer, hubieran tenido la fortaleza para rechazar el error y crear la solución a cada una de sus casos y así ser felices todos y sin daños ni a segundos ni a terceros.
El debate aquí surge más que nada por todo ese cúmulo de vivencias que daban origen a su relación, fueron tantas cosas que, cuando se les compara con el lado negativo de la balanza, donde se puede encontrar una gran pelea, resulta que es tanto lo bueno, que ni cabe, y tan poco lo malo que te da coraje que la persona no lo haya visto.
La verdad aquí es que la inmadurez de un amor que tenía detrás a una persona débil de carácter, de principios y valores, permitió la estocada de el “alguien más, de la traición”, permitió la entrada al recinto sagrado de una relación de “alguien más” y corrompió su espacio, antes de tomar las mil y un soluciones que estaban al alcance, pero como estas resultan ser muy complicadas de realizar, siempre se opta por el lado más fácil, antes de ser honorable y luchar por esa gran relación, se va por lo “sencillo”, se fue a una zona de confort. Esto es lo que se debe de tomar en cuenta a diario para poder soltar y dejar ir, tomar en cuenta que al final, esa persona no valía la pena porque no defendió ni a capa ni a espada el amor. De nada sirve que el amor sea un gran castillo, lleno de sacrificios y vivencias, construido con cimientos firmes si el general es débil y no sabe comandar las tropas a su disposición para la defensa de este. Así son las relaciones, y así sucedió aquí, una cosa es el amor de ambas personas representado por el castillo y otra cosa el general, de un lado uno, del otro lado el otro, ya que el amor tiene dos frentes, pero si uno solo es el que lucha, la batalla está perdida, pues la puñalada le llega al otro general en la espalda ya que del otro lado entró el enemigo, del lado que la otra persona debe de estar cuidando. La conclusión es que uno de los dos generales “no dio el ancho”, y al contrario, ¡permitió la entrada al enemigo! Más claro que esto ya no se puede explicar, porque hasta un niño de 4 años lo entendería.
Entonces es ésta ineficiencia la que se debe de tomar en cuenta a diario para poder soltar al final, para lograr arrancarte un general que luchó a tu lado mil batallas de las cuales salieron airosos, pero que al final perdió la guerra porque se acobardó y se refugió en las sábanas de alguien más, escondiéndose y olvidándose de todo para no sentirse mal y tratar de ser feliz a costa de otros. Es esta persona, la que no vale la pena, la que traicionó al castillo y a su rey, quien entregó la cabeza real en charola de plata al enemigo, como la peor ofensa y la peor burla.
Es esto lo que se debe de tomar en cuenta para poder “sostenerse” en esta cuerda floja que resulta la vida después de un rompimiento, donde sin piedad te avientan hacia la cuerda, no hay regreso, debajo de ti un precipicio profundo y negro, y no puedes hacer nada más que tratar de “aprender” a caminar en la cuerda, el miedo te aterra, es una fina línea la que te mantiene unido a esta vida, un resbalón y ya no lo contarás. Sí, el otro lado ni se ve en estos momentos, la cuerda se pierde en el infinito, pero tal parece que allá está pues algo la sostiene, sin embargo el viento es muy fuerte, viene lleno de recuerdos buenos lo que te hace tambalearte. Solo te queda con todo el pánico y dolor, limpiarte rápido las lágrimas y extender los brazos de lado a lado buscando coraje en los malos recuerdos para seguir a delante, aunque no quieras, es algo completamente obligado y de lo cual no puedes escapar y lo tienes que vivir porque si no morirás, aunque a veces lo deseas aunque lo provocó ese ser al que tanto amabas y en el que tanto confiabas, ese ser que hoy es un monstruo detrás de ti, por eso hay que avanzar, porque al final a pesar de que quería el bien para ti, te provocó el peor mal. El instinto de supervivencia no te deja claudicar aunque la presencia de las ganas de no sostenerte más, por el cansancio, por la traición no desaparecen, pero hay que pensar que por esa persona no vale la pena, aunque duela tanto, aunque lo hayas dado todo y no te quede nada, tal vez ni la vida misma. No hay que pensar en lo bueno, te engañó, te traicionó, por esto debes seguir adelante, por puro instinto.
A diario se amanece con el pesar, del castigo al cual nunca fuiste merecedor, y que a fuerza te lo tienes que fletar, con la injusticia en el sabor de tus labios resecos. Amanecemos con una rutina diferente a la que no estábamos acostumbrados, para quien se quedó es más difícil, pues todos los lugares y espacios están llenos de esas “cosas buenas y recuerdos”, para quines se fueron, al menos los lugares no te causan tanto dolor, entonces es cuando resulta tan difícil pensar en lo negativo cuando la balanza estaba llena de cosas positivas y a diario el cerebro te martiriza con lo bueno y es tan difícil engancharte a la realidad del final: “es un mal ser humando, débil, que no luchó por su causa, por ti, fue traicionero” en vez de pensar en el cúmulo de cosas positivas, se debe pensar “no vale la pena, se transformó del ser en quien más confiabas a el peor, de quien huirías si te lo encuentras, para que no te lastime más”, “recuerda: le juntaste las manos con las palmas hacia arriba, ahí depositaste tu vida, y le dijiste ‘haz de ella lo que quieras’, al principio cerró los puños y los puso contra su pecho, cuidándola, pero fue débil y al final, extendió las manos al frente y abrió los puños cínicamente hacia el suelo y dejó que tu vida se estrellara contra el concreto, mientras de su mano se iba alguien más agarrado, ¡no vale la pena!”. Esto es lo que hay que pensar, a pesar de lo bueno, que esa persona ciega no vio, hay que pensar en que resultó un muy mal ser humano, hay que pensar que está feliz al lado de alguien más y que es a esa persona a la que le dará lo que a ti no tuvo el coraje ni la valentía de darte, a pesar de que ahora sea “lo mejor”, para alguien más, a pesar de que se sientan vacíos lo días, “no valía la pena, fue una gran mentira”. Porque al final, con errores y virtudes, uno se quedó en la batalla y recibió todas las flechas y estocadas, porque al final, a pesar de todo, uno trató de ser lo mejor para ese alguien, porque al final utilizaste todo lo que estaba en tus manos para que no se fuera, hasta humillarte, para que al final se fuera a reírse a otro lado, a ser feliz a tu costa. “¡NO VALIÓ LA PENA!”

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